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Se retiran los cargos contra 48,000 trabajadores del sector textil: "Esta es una victoria masiva para los trabajadores de Bangladesh"

El gobierno interino de Bangladesh ha retirado los cargos penales contra más de 48,000 trabajadores del sector textil, una decisión de gran alcance que los grupos de defensa de los derechos de los trabajadores han aclamado como un momento histórico para la asediada industria de la confección del país. Los casos, muchos de ellos presentados durante las protestas salariales de finales de 2023 que se tornaron violentas, habían sido criticados durante mucho tiempo como herramientas de intimidación por parte de los propietarios de las fábricas y la policía que buscaban reprimir las demandas de salarios más altos.

El sector de la confección (RMG, por sus siglas en inglés), que emplea a más de cuatro millones de personas y representa aproximadamente el 85 por ciento de las exportaciones de Bangladesh según el Banco Mundial, ha estado bajo un intenso escrutinio desde que estallaron esas protestas en las afueras de Daca. Las manifestaciones, provocadas por la inflación y el estancamiento de los salarios, dejaron cuatro muertos y decenas de heridos, y obligaron a cerrar temporalmente a cientos de fábricas que abastecen a marcas globales como H&M, Zara, Gap y Levi’s.

En ese momento, los trabajadores habían exigido que el salario mínimo nacional se elevara de 8,000 takas (75 dólares) a 23,000 takas (215 dólares) al mes, argumentando que el aumento del coste de la vida había hecho insostenible la tarifa existente. Tras semanas de disturbios, el gobierno aprobó un nuevo mínimo de 12,500 takas (114 dólares), un aumento que los sindicatos describieron como “un paso adelante, pero no un salario digno”.

Dos años después, la retirada masiva de casos se describe como un gesto poco común de reconciliación entre el Estado, los propietarios de las fábricas y los defensores de los derechos laborales. “Esta es una victoria masiva para los trabajadores de Bangladesh, para los sindicatos de cualquier parte del mundo y para la solidaridad internacional”, dijo Kalpona Akter, una destacada sindicalista y directora ejecutiva del Centro de Bangladesh para la Solidaridad de los Trabajadores.

Reacción de las fábricas y complicidad de las marcas

Los grupos de derechos humanos estiman que, aunque inicialmente se detuvo a unos 130 trabajadores, los propietarios de las fábricas presentaron posteriormente denuncias penales masivas que implicaban a decenas de miles de sus empleados, a menudo sin pruebas. La Campaña Ropa Limpia (CCC, por sus siglas en inglés), el Consorcio de Derechos de los Trabajadores y el Centro de Solidaridad afirman haber identificado más de 40 marcas internacionales vinculadas a proveedores acusados de presentar tales denuncias, con cargos que iban desde el vandalismo hasta el asesinato. En un comunicado, la CCC dijo: “La intimidación de los trabajadores tiene un efecto paralizante en cualquier forma de organización en el sector. A pesar de las repetidas advertencias de los sindicatos y las ONG, las marcas internacionales no hicieron nada para apoyar las demandas de los trabajadores ni para protegerlos de la grave represión”.

La decisión de eliminar los casos pendientes se produce en medio de un reajuste más amplio dentro de la industria de la confección de Bangladesh, que se ha enfrentado a la presión tanto de la legislación del Pacto Verde de la UE como de la próxima Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en materia de Sostenibilidad (CSDDD) para demostrar un mejor cumplimiento de las normas laborales y medioambientales.

Para los ejecutivos de la moda mundial, el episodio es un crudo recordatorio de la fragilidad de los compromisos de abastecimiento ético cuando los intereses económicos chocan con los derechos de los trabajadores. Bangladesh sigue siendo el segundo exportador mundial de prendas de vestir, después de China, y el éxito del sector se ha basado en la mano de obra de bajo coste. Sin embargo, a medida que las marcas se enfrentan a un escrutinio cada vez mayor por parte de los reguladores y los consumidores, el equilibrio entre asequibilidad y responsabilidad es cada vez más estrecho.

La retirada de los cargos puede aliviar las tensiones a corto plazo, pero la cuestión de fondo —si la economía de la confección de Bangladesh puede evolucionar más allá de su dependencia de la mano de obra barata— sigue sin resolverse. Para muchos dentro de la industria de la moda, es un momento para reflexionar no solo sobre el cumplimiento, sino también sobre la conciencia.

Este artículo fue originalmente publicado en otro idioma dentro de la red internacional de FashionUnited y después traducido al español usando una herramienta de inteligencia artificial.

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