Prada, tras los pasos de Versace
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Madrid – Tras la fallida fusión entre las multinacionales del “lujo americano” Tapestry y Capri Holdings, siguen acelerándose los rumores en relación a cómo desde esta última, entendida como lo que más ha perdido tras el bloqueo a la operación, guardan por intención reconducir y revitalizar sus operaciones. Cuestión sobre la que ahora se apunta a que desde Prada estarían ya evaluando la opción de presentar una oferta para la adquisición de Versace, una de las tres principales firmas en cartera de Capri Holdings.
Hilando con las informaciones a las que ya dábamos paso desde FashionUnited a mediados del pasado mes de diciembre, según los rumores que resuenan entre los mentideros de la moda, y que en ningún caso y hasta la fecha han sido confirmados por ninguno de sus protagonistas, después de que el pasado mes de noviembre desde tanto Tapestry —compañía propietaria de las firmas de moda Coach, Kate Spade New York y Stuart Weitzman— como desde Capri Holdings —propietaria de las casas Michael Kors, Versace y Jimmy Choo— acordasen dar por liquidado el acuerdo de compra de Capri por parte de Tapestry, después de que este fuera bloqueado ante los tribunales estadounidenses por la Comisión Federal de Comercio (FTC) de los Estados Unidos, desde la propietaria de Michael Kors han pasado a evaluar diferentes opciones estratégicas desde las que reestructurar sus operaciones, seriamente afectadas como resultados del actual momento de desaceleración de la industria del lujo. Objetivo para el cual, y escasamente unos días después de dar por rescindido el acuerdo para la venta, desde Capri anunciaban una reestructuración de su equipo directivo, a partir de la cual John D. Idol, presidente y director ejecutivo de Capri Holdings, entraba a ocupar además el cargo de director ejecutivo de Michael Kors, en sustitución de un Cedric Wilmotte que pasaba a abandonar directamente la compañía como parte de su plan de reorganización y de iniciativas para la reducción de costes.
Con este movimiento dentro de los órganos de dirección de la multinacional, quedaba y se hacía ya patente el interés de la directiva por, en este complejo contexto por el que se ha terminado de ver sumida, en además un panorama global marcado por la desaceleración de la industria del lujo, focalizar todos sus esfuerzos a tratar de recuperar el impulso sobre Michael Kors, con gran distancia la principal marca comercial del Grupo. Unas intenciones que venían apuntaladas sobre las mismas declaraciones que entonces hacía Idol, y en las que brillaban por su ausencia cualquier referencia a Jimmy Choo y a Versace, las otras dos marcas en cartera de Capri. Un silencio que podría justificarse atendiendo al hecho de que lo que se anunciaba era una reestructuración de la dirección de Michael Kors, pero que servía ya entonces para alimentar los incesantes rumores que vienen sonando desde entonces y desde los que se apunta a la intención de Capri de desprenderse de Versace y de Jimmy Choo, para pasar a redirigir todos sus esfuerzos al crecimiento y la puesta en valor de Michael Kors.
Una operación en estudio
Entrando ya de lleno en este terreno tan divertido que siempre resulta ser el de las informaciones no confirmadas, era a mediados de diciembre, y tal y como para entonces nos encargábamos de recoger desde FashionUnited, cuando se señalaba a que desde Capri habían contratado los servicios de la firma financiera y de inversión Barclays, para que llevase a cabo un proceso de estudio y de análisis sobre el potencial interés que despiertan en el mercado tanto Versace como Jimmy Choo. Un objetivo para el que se habrían encargado de elaborar un minucioso dosier que es el que se les habría estado haciendo llegar a potenciales compradores, entre los que se encontrarían toda clase distinta de firmas de inversión, inversores y otros grupos y multinacionales de la moda. Unos potenciales compradores, entre los que se encontraría el grupo italiano Prada.
Según a este respecto se han encargado de adelantar este mismo 10 de enero desde el medio italiano “Il Sole 24 Ore”, ese dosier, acompañado de la correspondiente información financiera, se le habría hecho llegar al banco de inversiones estadounidense Citigroup. Entidad desde la que, en su calidad de asesores financieros de Prada, le habrían hecho llegar a esta el expediente, que ahora mismo se encontrarían analizando desde la dirección del grupo italiano, controlado por Miuccia Prada y Patrizio Bertelli y con Andrea Guerra en el cargo de consejero delegado, junto con sus asesores. Un estudio, sin confirmar por parte de Prada, que estarían llevando a cabo, según los rumores que han venido difundiéndose a lo largo de estas últimas horas, con el fin de dilucidar el potencial interés que presentaría para la compañía italiana el llegar o no llegar a hacerse con Versace. Una adquisición que ya fue descartada por parte de Prada en 2018 cuando Versace fue adquirida, por cerca unos 1 830 millones de dólares, por Capri de manos de la familia Versace y del fondo de inversión estadounidense Blackstone, y que ya volvieron a analizar hace aproximadamente un año, cuando desde Capri ya se encontraban estudiando diferentes opciones estratégicas para el desarrollo de sus operaciones, en lo que finalmente llevó al acuerdo de venta a Tapestry, del total de la compañía; acuerdo por un importe de 8 500 millones de dólares anunciado a fecha del 10 de agosto de 2023, y liquidado este pasado pasado 25 de octubre de 2024.
Prada y la ambición de ser un verdadero gran grupo global de la moda
Sobre el potencial de que realmente pueda o no pueda llegar a salir adelante la operación, y sobre el real interés que Prada pudiera tener en adquirir Versace, están siendo ya distintas las voces que señalan a que la compra realmente interferiría en la actual estrategia del Grupo Prada. Compañía que se encontraría en estos momentos enfocada a seguir desarrollando y a seguir aprovechando el potencial con el que estiman que cuentan sus diferentes marcas en cartera, un portafolio que no únicamente se encuentra integrado por la firma Prada, sino del que también forman parte la histórica firma de calzados británica Church, la marca italiana también de calzado Car Shoe, la marca Luna Rossa bajo la que compite el equipo de vela que patrocinan junto a Pirelli, la pastelería milanesa Marchesi, y sobre todo Miu Miu, la segunda principal marca de moda de la compañía, especialmente en boga durante estos últimos años.
Además de venir a corregir esa estrategia enfocada a mantenerse sobre un crecimiento orgánico, impulsando el desarrollo de las marcas que actualmente ya integran su cartera, desde un punto de vista histórico, la adquisición de Versace volvería al Grupo Prada a la década de los 90, momento en el que desde la dirección de la multinacional italiana del lujo ambicionaban con constituir un “gran grupo” de la moda italiana, como el que empezaban ya a conformar tanto LVMH como Kering, por entonces Pinault-Printemps-Redoute (PPR). Una ambición que llevó a la compañía italiana durante aquella década de los 90 a tomar participaciones en Gucci y en Fendi, y a adquirir casas de moda como Helmut Lang, Jil Sander, o la misma Church. Empresa esta de la que llegó a acordar la venta en 2003 del 45 por ciento de su capital al fondo de inversión Equinox Investment, porcentaje que desde Prada recompraban en el año 2006, tras haber logrado finalmente corregir la complicadísima situación de crisis financiera en la que terminó por encontrarse sumida la compañía a comienzos del año 2000. Momento en el que acumulaba a sus espaldas una deuda superior a los 800 millones de euros, que aspiraban a aliviar con la para entonces esperadísima salida a Bolsa de la compañía. Una OPI prevista para 2001, que tras el estallido de la burbuja tecnológica de las “puntocom” no pudo llegar a realizarse por no darse las condiciones favorables en el mercado, terminando con ello de dar la puntilla a una situación dentro de la compañía italiana más que compleja, alimentada por el alto endeudamiento que se había llevado a cabo para alimentar su rápido plan de crecimiento y de expansión, y apuntalada por tanto la poca integración que logró hacerse de las marcas recién adquiridas, como de los pobres resultados que en respuesta estas entraron a dar.
Para corregir esa situación antes de que la compañía terminase entrando en estado de colapso, Prada terminó por desprenderse de Jil Sander; de Helmut Lang; de ese 45 por ciento —posteriormente recomprado— de Church; de sus participaciones de cerca de un 9,5 por ciento en Gucci, vendidas a PPR en 2001 por cerca de 225 millones de dólares en el marco de la batalla por el control de la compañía italiana que libraban PPR y LVMH; y del 25,5 por ciento del que contaba en Fendi a LVMH, por unos 250 millones de euros. Unas desinversiones tras las cuales la escena del lujo internacional terminó por redibujarse por entero, con PPR tomando el control de Gucci y LVMH el de Fendi, y con Prada, que había llegado a contar con participaciones significativas en ambas compañías, sin haber logrado, después de esta ambiciosa política de inversiones, llegar a sumar ni un solo nombre significativo ni de valor a su cartera de marcas. Unos sinsabores sobre los que podrían tratar de resarcirse ahora, y a pesar de los riesgos que pueda entrañar, con la compra de Versace. Una adquisición que en cualquier caso se daría en un contexto completamente diferente para el Grupo Prada, no solo porque disponen a día de hoy de unos balances saneados y en positivo, sino también porque ahora se llevaría a cabo sobre el 100 por cien de Versace, firma que ya ha demostrado además ser una marca de referencia global que ha sido capaz de trascender sobre el imaginario colectivo, y además más allá de la vida de su mismo fundador, Gianni Versace. Una proyección que en ningún caso contaban ni Jil Sander ni Helmut Lang en el momento en el que fueron adquiridas por Prada durante la década de los 90, en unas adquisiciones que resultaron además perjudiciales para todas las partes, y que concluían tanto con su venta por parte de Prada, como con la salida de sus mismos fundadores de las respectivas direcciones creativas de cada firma, que desde entonces no han logrado, ni mucho menos, adquirir un papel protagonista dentro de la escena de la moda, como el que Prada confiaba que alcanzasen a tomar en el momento de su compra.
Una casa con más de 1.000 millones de dólares de facturación
En cuanto a los indicadores económicos que contribuirían a terminar de valorar la adquisición por parte de Prada, según las cifras recogidas al cierre de su último ejercicio completo de 2023/2024, finalizado a fecha del 30 de marzo de 2024, Versace se posicionaba como la segunda principal marca en cartera de Capri Holdings, con una facturación total anual por valor de 1 030 millones de dólares. Una cifra que se situaba un -6,87 por ciento por detrás de los 1 106 millones facturados durante el ejercicio anterior, aunque un +22,18 por ciento más que con respecto a los 843 millones de dólares que la firma facturaba al cierre de su ejercicio de 2019/2020; el último en completarse al margen de los efectos de la pandemia por coronavirus.
Frente a estos resultados, el Grupo Prada cerró su último ejercicio completo de 2023, en su caso a fecha del 31 de diciembre de 2023, generando unas ventas netas totales entre todas sus marcas por valor de 4 726 millones de euros. Una cantidad por su parte un +12,49 por ciento por encima de los 4 201 millones de euros facturados durante el mismo periodo del año anterior; así como un +46,49 por ciento más que con respecto a los 3 226 millones de euros facturados al cierre del ejercicio de 2019. Un crecimiento destacado y sostenido, reflejo del buen desempeño que ha logrado protagonizar la compañía italiana en esta su época más reciente, en lo que le permitiría absorber dentro de su cartera una firma como Prada, que, de un solo plumazo, permitiría al Grupo Prada disparar su facturación anual hasta un +21 por ciento, aproximándose a los 6 000 millones de euros en ventas. Adquisición que además les permitiría diversificar su cartera, con, reiteramos, una firma comercial bien asimilada y reconocida por los consumidores de artículos de lujo, de además un perfil tan diferente a los que actualmente se dirigen las marcas propias de Prada, que hace que realmente deba de considerarse la operación por parte de su dirección.
- Tras la fallida fusión de Capri Holdings con Tapestry, se rumorea que Capri valora la posible venta de Versace y Jimmy Choo.
- Partiendo de estas informaciones, se apunta ahora a que Prada estaría considerando adquirir Versace.
- Desde un punto de vista estratégico, la adquisición de Versace podría impulsar significativamente la facturación de Prada y diversificar su portafolio de marcas.