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El mercado de segunda mano sigue ganando terreno

Por Herve Dewintre

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Crédito de foto: Atelier R&C

Impulsado por plataformas online cada vez más populares, el mercado de segunda mano se está consolidando como una alternativa ecológica creíble, frente a la compra de ropa nueva.

El informe global que propone cada año desde 2015 la asociación Action Climat es un referente. De hecho, es la única asociación internacional que propone reunir a los nueve grupos de actores no estatales reconocidos por la ONU (comunidades locales, empresas, ONG, sindicatos, comunidad científica, representantes del mundo, agricultura, juventud, pueblos indígenas y mujeres), para poner de manifiesto prioridades y propuestas comunes en la lucha contra el cambio climático.

Los resultados del año pasado así lo demuestran: la crisis sanitaria ha acelerado ciertas señales débiles que contribuyen a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), emisiones en gran parte responsables del cambio climático actual. Como recordatorio, la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzó niveles récord en 2019 (410 ppm en promedio), mientras que la humanidad nunca había superado las 300 ppm antes de la Revolución Industrial. Como resultado, las temperaturas medias son 1,1 °C más altas que en la época preindustrial.

Como era de esperar, la asociación recuerda el impresionante impacto de la industria textil y de la confección en el medio ambiente. Podemos entender por qué: mientras que la reducción de la demanda y las necesidades es un factor poderoso en la reducción de las emisiones de GEI, la moda ha tomado la dirección opuesta. De hecho, la renovación cada vez más rápida de las colecciones y la relativa caída de los precios ha provocado una disminución en el uso de los artículos comprados. Una prenda se usa un promedio de 15 por ciento menos veces hoy que en 2000, mientras que la producción se ha duplicado.

La asociación destaca, sin embargo, el papel positivo que juega el mercado de segunda mano, que ha experimentado un gran auge en los últimos años. “El mercado de segunda mano se ha consolidado en los últimos años como una alternativa ecológica creíble a la compra de ropa nueva”, subraya Action Climat. En su informe anual de 2020, la plataforma estadounidense de reventa online ThredUp, observa una aceleración en el crecimiento del mercado de segunda mano en 2019, que está creciendo mucho más rápido que el mercado de la moda rápida. Así, podría pesar casi el doble que el fast fashion en menos de 10 años (lo que no impedirá que este último también crezca).

Este mercado de segunda mano está impulsado por plataformas online cada vez más populares: hay muchos ejemplos: ThredUp, Vinted, Vide Dressing, Vestiaire Collective, Label Emmaus, por nombrar algunos ejemplos. Los minoristas y las marcas ahora están dispuestos a ofrecer nuevas alternativas: La Redoute se ha lanzado recientemente a la reventa de artículos de segunda mano entre particulares y ha creado su propia plataforma llamada La Reboucle. Gemo o Kiabi (también Macy's o JCPenney en Estados Unidos) han abierto tiendas de segunda mano en sus establecimientos. Los gigantes Facebook y Amazon cuentan también con un apartado dedicado. Otro dato significativo es que los jóvenes adoptan cada vez más esta modalidad de compra. El 40 por ciento de los menores de 24 años ya ha comprado un artículo de segunda mano, en comparación con el 20 por ciento de los mayores de 38. La pandemia parece haber acelerado esta tendencia: dos tercios de las mujeres estadounidenses que nunca han vendido ropa han estado dispuestas a hacerlo desde el confinamiento, en la primavera de 2020, principalmente para ganar dinero. La preocupación medioambiental también ha ganado terreno: las marcas calificadas como eco-responsables son las que mejor comportamiento registraron durante el confinamiento en el primer confinamiento de marzo-abril. Este entusiasmo requiere naturalmente la inventiva de los empresarios que, por un lado, crean nuevos sites de reventa online. Es el caso, por ejemplo, de la empresaria Beverly Sonego que transformó su punto de venta de grandes marcas creado hace 10 años en un site de lujo, llamado Monogram, junto con un showroom de 200 metros cuadrados frente al Parc Monceau de París. La empresa, cuya facturación ascendió a 6 millones de euros en 2020, muestra un crecimiento anual del 150 por ciento respecto a 2019. Por otro lado, el vintage también atrae a diseñadores que crean su colección con ropa reciclada. Pensamos, por ejemplo, en el formidable taller de R&C fundado por Géraldine Demri que diseña chaquetas vaqueras personalizadas con originales pañuelos de seda, a veces incluso únicos, que encuentra en salas de subastas o en depósitos de venta. La diseñadora también ofrece a sus clientes la oportunidad de transformar las prendas de su propio armario y personalizarlas según sus deseos. Este nuevo interés por la ropa vintage es en gran parte occidental, subraya Action Climat. En algunos países del Sur, tradicionalmente acostumbrados a utilizar ropa de segunda mano, los consumidores sólo tienen un deseo: estrenar ropa nueva cuando su poder adquisitivo se lo permita. Uganda, por ejemplo, donde el 81 por ciento de la ropa que compra es de segunda mano (cifras reportadas por la Fundación Ellen MacArthur) quiere desarrollar su propia industria textil, y ya no quiere importar ropa usada de Reino Unido o EE.UU. Por lo tanto, la nueva industria de la confección no tiene por qué preocuparse por su crecimiento, estimado en un 2 por ciento anual. Algunos datos rápidos: se estima que menos del 1 por ciento de la ropa desechada se recicla para crear ropa nueva. En total, el 87 por ciento de los materiales textiles utilizados para hacer ropa terminan incinerados o enviados al vertedero, el equivalente a un contenedor de basura lleno de ropa tirada cada segundo.

Este artículo ha sido previamente publicado en FashinoUnited.fr, y traducido y editado por Paula V.Pinuaga.

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