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Courrèges, Lanvin, Carven: el despertar de las bellas durmientes de la costura francesa

Por AFP

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Courrèges, Lanvin y Carven son algunas de las firmas que, siguiendo la senda de Balenciaga, buscan volver al primer plano de la moda gracias a inversores atraídos por el aura del nombre y el tesoro que supone su "savoir faire" y sus archivos.

La justicia francesa designó el viernes al grupo chino Icicle para retomar la casa francesa Carven, al borde de la liquidación desde mayo.

La firma, fundada en 1945 y que encarnaba el chic despreocupado de posguerra, cayó en el olvido durante varias décadas antes de renacer bajo las riendas del diseñador Guillaume Henry, director artístico entre 2009 y 2014. Una segunda vida que sus sucesores no supieron perpetuar.

Icicle, que propone ropa de alta gama con materiales y tintes naturales, puso varios millones de euros sobre la mesa para relanzar la marca y retomará la casi totalidad de sus empleados.

Varias marcas históricas volvieron al primer plano después de años de haber pasado desapercibidas. Dos ejemplos claros: Balenciaga y Balmain - con renacimientos fulgurantes -, pero también Schiaparelli, Poiret y Vionnet.

"Hay una caza a las bellas durmientes, es un fenómeno típico del marketing", resume a la AFP Eric Briones, cofundador de la escuela de moda Paris School of Luxury.

"Hoy en día, la notoriedad es muy cara y el nombre de algunas marcas resuena en el inconsciente colectivo. Así, se apuesta por una firma que ya existió y no se parte de cero: hay unas raíces, una base, una historia que contar. Todo esto se puede capitalizar. Económicamente es más fácil", añade.

El mes pasado, Artemis, el poderoso 'holding' de la familia Pinault, que ya era propietaria del 40 por ciento de Courrèges, anuncio que tomaba el control total.

La marca simbolizó la revolución de la moda de los años 1960, al ser una de las primeras en democratizar la minifalda e imponer un estilo futurista. Pero con el paso del tiempo sufrió dificultades financieras y en 2017 registró pérdidas de 18 millones de euros.

Ave Fénix

Artemis mantiene el secreto sobre sus ambiciones para Courrèges. Pero la nueva diseñadora Yolanda Zobel anunció hace unos días que la marca, célebre por sus cazadoras de vinilo, renunciaba a utilizar plástico.

Otra marca emblemática que sueña con ser un ave Fénix es Lanvin, la casa de costura más antigua de Francia todavía en actividad y de la que desde febrero es propietaria el conglomerado chino Fosun.

Lanvin nunca se recuperó de la partida de su diseñador estrella Alber Elbaz en 2015. Pero su "herencia sólida y su reputación internacional" atrajeron a Fosun, que estima que Lanvin tiene "un potencial de crecimiento fantástico". Los compradores extranjeros de este tipo de empresas, "buscan sobre todo el lado 'París', especialmente para venderlo en China", afirma Arnaud Cadart, gestor de carteras de Flornoy & Associés.

Y para los gigantes del lujo como LVMH y Artemis, "la inversión no les cuesta gran cosa. Puede ser la ocasión de probar un joven diseñador, darle las llaves de una casa donde imponer un nuevo estilo", estima.

Entre otras ventajas, Cadart subraya el "savoir faire" de estas empresas históricas que se utiliza en beneficio de otras marcas del grupo, así como el acceso a los archivos y a los permisos de perfumes.

Es el caso de Jean Patou, del que LVMH adquirió hace unos meses una participación mayoritaria: mientras Guillaume Henry -exCarven- tiene por misión relanzar la actividad de costura abandonada en 1987, el número uno mundial del lujo recuperó con la operación los derechos del nombre "Joy", el perfume más popular de Jean Patou, para bautizar así la nueva colonia lanzada en septiembre por su firma Dior.(AFP)

Foto: Carven Facebook

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